Exposición

El arte que conecta

El Museo del Prado en Santander

13.11.2024 - 08.12.2024

MAS, c/ Rubio 6


Exposición

JOSÉ GALLEGO

Dibujos transitivos

25.10.2024 - 12.01.2025

c/ Rubio 6, Santander


Vista general de Iñaki Pinedo.

Evento/aluCINE

Iñaki Pinedo. "En la línea del horizonte"

26.11.2024 19.30h

Documental sobre Roberto Orallo


Vista general de Talleres didácticos

Evento/Talleres didácticos

Talleres didácticos

06.11.2024 - 19.12.2024

Noviembre y diciembre en el MAS


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Publicado en la web un calendario con los eventos organizados en el MAS.

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Reapertura del MAS

El MAS reabre sus puertas después de las obras de reforma con una selección de sus mejores obras.

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Presentación libro "MAScolecciones2021. Catálogo sistemático"

Viernes 24 de noviembre de 2023

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Rosa Olivares. Sin cultura no hay desarrollo

SIN CULTURA NO HAY DESARROLLO

Apuntes para el desarrollo cultural en tiempos de crisis

 

Hace años que asistimos entre sorprendidos y escandalizados a un panorama devastador económicamente en lo que se refiere al mundo del arte contemporáneo. No solamente se trata de precios millonarios por obras realizadas en esta misma década, sino de una escalada que parecía imparable en los costes y valoraciones de todas las actividades del mundo del arte.

 

Tampoco se trata solamente de la creación sistemática de cajas de lujo, contenedores que nunca podrán ser llenados ni atendidos correctamente. Ni del  exagerado gasto de administraciones públicas en la creación de eventos y de estructuras aparentemente culturales que resultan ser fracasos y en cualquier caso, invisibles para la comunidad a la que no le reportan beneficio alguno. No solamente ha sido la proliferación desmesurada de museos y centros de arte, de auditorios y todo tipo de infraestructuras cuyo único objetivo era generar gasto y sus consecuentes beneficios para empresas interpuestas, sin ponerse a valorar el objetivo cultural. No, no es nada de eso en concreto, es todo el paquete junto lo que ha llevado a pagar sueldos millonarios para funciones mal realizadas, a valorar más el continente que el contenido.

Toda esta situación ha tocado fondo con la actual crisis económica, más concretamente con el reconocimiento oficial de la crisis económica en la que estamos inmersos, una bancarrota de la que difícilmente saldremos indemnes.

 

De la creación y de la importación de servicios y la ausencia real de una creación de estructuras culturales activas hemos llegado a una situación que se demuestra totalmente artificial. Infinidad de museos sin capacidad económica y con un funcionamiento discutible. Gastos excesivos en el proceso de creación, exhibición y distribución del producto artístico, y en definitiva una actitud de fraude generalizado. Con instituciones cuyos presupuestos, muchas veces millonarios, solo llegan para pagar los sueldos de sus funcionarios, y al otro lado de la moneda, con otras instituciones con presupuestos ajustados que son inmediatamente cerrados o transformados en algo totalmente diferente por unas razones económicas que ocultan oros intereses, políticos, ideológicos o personales.

 

En una situación como la que se inicia con el cambio de gobierno y unos ajustes económicos inimaginables anteriormente pero que hoy en día parecen inevitables, resulta evidente que no podemos esperar ni de la Administración central ni mucho menos de autonomías y ayuntamientos, soluciones para una crisis funcional que va más allá de lo puramente económico.

 

Las declaraciones de altos cargos del Ministerio de Educación y Cultura insisten en “asegurar lo esencial”, definiendo esto como la preservación del Patrimonio, del teatro clásico, la internacionalización del cine…. Ni una sola palabra para la creación y difusión de la cultura contemporánea. Nada sobre arte contemporáneo. Si esto sigue así, cerrando y transformando centros como el CDAN de Huesca o el Da2 de Salamanca, ahogando económicamente a centros y museos de toda España que han jugado un papel esencial en la normalización de la exhibición y difusión del arte actual, en poco tiempo volveremos a la situación que estábamos después de la dictadura, no hace tantos años realmente.

 

Quiero señalar que la situación económica es una excusa inapelable para la recesión conceptual del arte y en general de la cultura. El cierre de revistas culturales, 20 en lo que va de año, a causa de la falta de suscripciones de bibliotecas y la amenaza de males mayores es una buena prueba de ello. La suscripción a revistas, por parte de las autonomías, se esta realizando de aquellas revistas que son de tinte conservador, algunas directamente propiedad del Opus Dei, o que significan una clara involución y una falta de servicio a la sociedad en general. Al igual que una política de promoción en el exterior hoy totalmente descabezada y falta no solo de presupuesto sino de ideas y objetivos. 

 

No voy a discutir la evidencia de que la economía es una razón clara para gran parte de lo que está pasando, pero esta crisis económica sirve de tapadera para reconducir hacía parámetros más controlados, menos peligrosos y sobre todo menos amplios y generales el mundo cultural en España.

 

Es cada vez más necesario que la sociedad civil entre en acción, reconstruyendo un territorio de libertad y de creación en el que no es imprescindible que la aportación económica sea millonaria. Un ajuste económico es sin duda necesario a corto plazo, pero también creo imprescindible que nosotros, emisores y receptores de cultura, asumamos un papel activo, defendiendo nuestros derechos y una posición cultural de vanguardia internacional. El apoyo de la sociedad a la que va destinado el esfuerzo cultural es cada vez más urgente, hay que olvidar la idea de gratuidad y cambiarla por la de participación, abaratando los costes pero con el convencimiento de que todos tendremos que pagar. Una especie de copago cultural se hace inevitable.

Dada la situación económica, en manos de un mercado voraz que se lleva por delante no solo puestos de trabajo, sino países enteros, en una coyuntura cuyo objetivo es instalar un cambio social radical en el que las clases medias sean cada vez menos cultas y menos exigentes, con una amplia capa social marginada de la cultura y de la información, creo que se debe reivindicar el derecho al acceso, uso y disfrute de los bienes culturales. Eso es algo que debe asegurar la propia sociedad civil, dado que los gobiernos hoy en día están dominados por un mercado y una banca que no duda en arrasar colecciones formadas a través de años de trabajo. ¿Qué va a pasar con las colecciones de las obras culturales que se están fusionando con otras que nunca han contemplado la cultura actual? El cierre sistemático y progresivo de centros dependientes de entidades bancarias es ya un hecho indiscutible.

 

¿Qué hacer? La pregunta de hacia dónde dirigir una respuesta social está en el aire. De igual forma el planteamiento de opciones de exhibición, creación y difusión, de defensa del arte actual, es algo de lo que no podemos excusarnos.

 

Rosa Olivares