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Noviembre y diciembre en el MAS
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Publicado en la web un calendario con los eventos organizados en el MAS.
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El MAS reabre sus puertas después de las obras de reforma con una selección de sus mejores obras.
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Viernes 24 de noviembre de 2023
Joaquín Torres García nació en Montevideo en 1874, de madre uruguaya y padre catalán. En 1891 su familia emigró a España; en 1893 estudió en la Academia de Bellas Artes de Barcelona y en la Academia Baixas, se unió al Círculo Artístico de Saint Luc. Conoció a Juan y Julio González y a Picasso. En 1907 al ver por primera vez la obra de Puvis de Chavannes le causó fuerte impresión. Vio en la revisión clasicista de Puvis un camino para salir del Arte Académico y Art Nouveau, estilos predominantes en Barcelona en la época. Enseñó en el Colegio Mont d'Or en Tarrasa métodos avanzados de dibujo. Viajó a Italia para ver y estudiar el fresco. En 1913 publicó Notes sobre art, su primer libro de ensayos. De 1914 al 17 vivió en Tarrasa en la villa Mon Repós que él diseñó y decoró con frescos. Realizó grandes murales al fresco en el Salón de Sant Jordi en el Palacio de la Diputación de Barcelona. Conoció al artista uruguayo Rafael Barradas y a Siqueiros. Publicó el manifiesto Art- Evolució, clave en el joven medio-barcelonés. Joan Miró lo visitó para mostrarle sus obras. Fabricó los primeros juguetes desarmables en madera y los expuso con gran éxito. En 1920 se radicó en Nueva York; expuso en el Whitney Studio Club con Stuart Davis. Completó los álbumes de dibujos de Nueva York. En 1924 regresó a Europa, se instaló en Italia cerca de Florencia buscando dónde manufacturar los juguetes de madera. Al año siguiente se trasladó a Villefranche sur Mer, Francia y luego a París; expuso en la Galerie Fabre. En 1930 fundó con Michel Seuphor el grupo Cercle et Carré que constituyó la primera agrupación de artistas abstracto-geométricos. Expuso en muestras de grupo e individuales en las galerías de Avant Garde de París. En 1932 se trasladó a Madrid y en 1934 decidió volver a Uruguay. Allí funda la Asociación de Arte Constructivo, y más tarde el Taller Torres-García, la "Escuela del Sur". Pintó siete pinturas murales constructivas de grandes dimensiones, que al ser levantadas del muro en 1974 para su conservación, se quemaron en el incendio del Museo de Rio de Janeiro en 1978. Falleció en Montevideo en 1949.
Analizaremos sumariamente "Arte Universal" 1943. Allí, sobre el ángulo superior izquierdo, o sea, el punto de partida de lectura de los idiomas occidentales, aparecen alineados, uno tras otro, todos símbolos alquímicos; un poco más abajo, las fases de la luna, que significan cada una de las transformaciones del metal plata; hacia la derecha, arriba, el cuadrado (la tierra), el círculo sin punto central (el agua) y el triángulo (el otro de los elementos, el fuego); algo más abajo, la pareja humana, fusión del sol y de la luna, símbolo de unión; hacia el centro, la balanza, que es equilibrio. De improviso, esta posible lectura alquímica se interrumpe, pues toda la zona inferior de la tela está poblada por símbolos referidos a la actividad cotidiana. Arriba lo celeste, abajo lo terreno. No sería de extrañar que pudiera intentarse un cierto ordenamiento vinculado con la heráldica: los espacios mismos se convertirán en emblemáticos. Y así como en la vida real, aquí se entremezclan ambos campos. Torres García ni se compromete sólo con el idealismo, ni sólo con el materialismo. (Angel Kalemberg)
Nada es tan mezquino como negar a un hombre la talla esencial de su alma. Podemos discutir sobre los problemas del agrado personal, pero no podemos borrar por antojos de cabeza embarazada el significado de una obra que resume la dedicación entusiasta de la vida entera de un hombre de alto espíritu.
Cuando un hombre se entrega todo, sin reservas a sus creaciones, es imposible no admirar, diría más: es bajo, es ruin. Aquí terminan las controversias de los doctos estériles y las disputas de los mercaderes de todos los templos. Cada obra es un chicotazo en el rostro de los maliciosos, de los tibios, de los avaros de cordialidad. La impotencia busca toda clase de argucias para atacar, busca pequeños detalles, busca debilidades, y no sabe que su labor es vana porque el alma del creador viene al mundo con una coraza impenetrable, y es el espectáculo de esa alma en acción lo que más nos apasiona y nos rinde en postura admirativa.
Torres García es una de las medidas más auténticas de la grandeza y la constancia humanas. El es el gran cedro del arte americano. El es el orgullo de una nación pequeña en el espacio, que algunos cuantos hombres de esta talla harían gigante en el tiempo.
La obra de este gran pintor es una célula viva en medio de tantas cosas muertas, que aplauden los necrófilos, en una pasión de sangre y piedra. Ella inspira confianza en todo un continente, inspira fe en toda una raza y esperanzas en el futuro del hombre. Ante la obra de Torres García yo me siento cambiado en el color más puro, en la forma más sencilla. En medio de la obra vivimos en un mundo anticotidiano,maravilloso. Ella es extraordinaria a fuerza de ser sencilla, de no buscar lo extraordinario sino lo simple, lo esencial, la primera palabra del ojo humano.
Tal es la potencia de este arte tan simple, tan puro, tan primordial, que ante él se pierde la sensación de estar ante una obra de arte. Nos sentimos en medio de un mundo nuevo, de una constelación aparecida de pronto en nuestros cielos para enriquecer las miradas de la tierra.
El espectáculo de la realidad sometida al realizador, pocas veces alcanza semejante plenitud como en las creaciones de este espíritu de torre y gracia; torre humana, gracia divina.
Yo me inclino ante su obra, yo le saludo desde el fondo de mi poesía, que le ama y le aplaude, y le agradece el hecho de existir y ennoblecer el mundo con su existencia¡. Y siento pena por todos aquellos que no pueden gozar de su luz maravillosa, que se privan de un deleite espiritual tan pleno. Y me quedo pensando en aquellos que quieren perturbar la marcha de semejante hombre, aquellos que no comprenden "que se cuelguen de un pino será lo mejor". ('Marcha", Montevideo, 6 de octubre de 1944)
JAVIER BARÓN
Premio Extraordinario de licenciatura por su trabajo Ideas de Jovellanos sobre arquitectura (Oviedo, 1985), es Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, con premio extraordinario en 1989, donde fue profesor titular entre 1991 y 2003, año en que fue nombrado Jefe del Departamento de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado.
Autor de numerosas publicaciones sobre la pintura de los siglos XIX y XX, ha participado en el estudio y la catalogación de numerosas colecciones institucionales, entre ellas las de la Catedral de Oviedo, el legado Suárez Lledó, el Museo de Bellas Artes de Asturias, las colecciones Pedro Masaveu, BBVA, Carmen Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional del Prado, y dirigido varios proyectos estatales de investigación y tesis doctorales sobre el arte de los siglos XIX y XX. Su extenso currículum, se puede sintetizar en los siguientes datos: comisario de 25 exposiciones (Colección Pedro Masaveu. Pintores del Siglo XIX en el Palacio Revillagigedo de Gijón, 1998; Clarín y su tiempo, Comisión Nacional para la conmemoración del centenario de Leopoldo Alas, 2001;Colección BBVA. Del Romanticismo a la Modernidad, Fundación BBVA, 2003; Fortuny, Madrazo, Rico. El Legado Errazu en el Museo Nacional del Prado, 2005;Reflejos del Quijote en Andalucía, Sevilla, Fundación El Monte, 2006; El retrato español en el Prado. Del Greco a Sorolla en el Museo Nacional del Prado, 2007; El siglo XIX en el Prado en el Museo Nacional del Prado, 2008; entre otras); Académico correspondiente de la Historia; Académico correspondiente de Bellas Artes de San Fernando; Miembro de número del Real Instituto de Estudios Asturianos; Conferenciante invitado en universidades y museos de España, Francia, Inglaterra, Portugal, México y Estados Unidos de Norteamérica; etc.
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