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Joaquín Vaquero Turcios

JOAQUÍN VAQUERO TURCIOS

(Madrid, 1933)

 

Pasó su infancia en Oviedo, la ciudad natal de su padre, el también genial artista Joaquín Vaquero Palacios. Él fue su primer maestro, de quien heredó y compartió el amor al arte y con quien viajó desde muy joven por lugares que le influyeron profundamente en su formación como México, Egipto o Italia donde se establecieron en 1950. Allí estudia arquitectura, pintura al fresco, grabado, mosaico y vidriera. Su curiosidad y la pasión por los materiales le llevará a experimentar con todas las técnicas y soportes destacando en la pintura, el muralismo y la escultura pública. Ha recibido numerosísimos premios y reconocimientos, es académico de Bellas Artes de San Fernando, y sigue creando, impartiendo cursos y conferencias, escribiendo artículos y ha publicado dos interesantes libros sobre el origen del acto creativo –Arte Subterráneo yEstéticas de la Angustia-. Su obra se encuentra no sólo en importantes museos de todo el mundo, si no también por los caminos y plazas mojándose con la lluvia y recibiendo los rayos de sol, como la plaza del Descubrimiento en Madrid, por poner tan sólo un ejemplo.

 

Vaquero Turcios convoca con maestría a la pintura, a la escultura y a la arquitectura, artes integrales que eleva en síntesis a una cuarta dimensión al remitirlas a la creación de un espacio urbano con la intención de que llegue o pertenezca más a la sociedad, de que sea más comunitario. Trabaja sobre la idea del arte para usar, del arte necesario, del arte que muestra la naturaleza de las cosas. Es uno de esos artistas abrumadores a priori, por su rica e intensa trayectoria de trabajo, creación y reflexión fructífera en el mundo del arte y posee la bella cualidad de unir en la misma casa complejidad y sencillez, haciendo que aquella se difumine y todo parezca tan natural, tan evidente, eso que emana de todo y que nos cuesta tanto ver, y que el tiempo va desvelando al observador inteligente y sensible arrebatado por la pasión y la curiosidad hacia el mundo y el hombre. Es entonces cuando uno se alegra de que esa persona sea artista y lo comparta con todos.

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