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Darren Aronofski. "Pi, fe en el Caos"

Estamos ante una muestra de cine independiente que no deja indiferente al espectador: o despierta odios o es considerada magnífica. No se trata en todo caso de una película "de consumo", ni fácil de ver, tanto en lo que respecta a su argumento como a su realización y puesta en escena. Los guionistas han mezclado hábilmente concepciones muy diferentes del universo humano para ilustrar la teoría del caos. Así, nos muestran la fe absoluta de la religión (mediante una secta judía en este caso), la vida materialista de los corredores de bolsa de Wall Street, las limitaciones razonables de las matemáticas y la antigua idealización japonesa de la existencia reflejada en el juego del “Go”. Por una u otra razón, todo ello bajo el denominador común de los números y el personaje de Max.

Entre las referencias matemáticas que se citan en la película se encuentran la sucesión de Fibonacci, la espiral de Arquímedes (presente en conchas marinas, en los girasoles, en nuestro ADN, en el humo de un cigarrillo, en nuestras huellas dactilares o en la forma de la Vía Láctea), la razón áurea (modelo durante siglos de la proporción y canon de la belleza), la representación de objetos de la naturaleza mediante fractales, la conocida historia del descubrimiento del teorema de Arquímedes, la construcción de los primeros computadores, y por supuesto el omnipresente número pi. También se describen aspectos seudomatemáticos como la numerología, que incomprensiblemente aún hoy tiene sus adeptos. La numerología es una práctica muy antigua (fue empleada por los griegos y las religiones judía, cristiana y musulmana), que consiste en asignar valores numéricos a las letras y de dichos valores inferir interpretaciones esotéricas o adivinatorias. Los rabinos judíos creen que la Torah, su libro sagrado, encierra codificada la propia esencia de Dios, y tratan de llegar a ella estudiando la enorme cadena numérica a que da lugar. Aparte del absurdo de su propia esencia, se puede elegir el sistema asignado a cada letra de acuerdo a lo que se desee obtener.

Por otra parte la película refleja muy bien los desordenes físicos y psicológicos que sufren las personas afectadas por la migraña, la paranoia y la manía persecutoria, que unidos al stress pueden llevarnos a la locura. En todos estos aspectos la película está bien documentada y estructurada, basándose en casos reales. Como ejemplo del celo puesto en cada detalle del film, los actores Sean Gullette y Mark Margolis dedicaron muchas horas en el Club de “Go” de Brooklyn a practicar este juego para dar una visión lo más realista posible del mismo.

En cuanto a la realización del film, el director utiliza una fotografía en blanco y negro no muy corriente en la que juega continuamente con el grano y una cierta saturación expositiva. Esto junto a la reiteración de primeros planos y movimientos rápidos de cámara tratan de crear una atmósfera agobiante a la que se une una banda sonora totalmente electrónica (generada únicamente por sintetizadores y computadores, sin la intervención de instrumento musical alguno), que pueden provocar el rechazo del espectador en algunos momentos.

Darren Aronofsky, debutó en el largometraje con esta película de muy bajo presupuesto (60.000 $), puestos a escote por todo el equipo técnico y artístico y algunos familiares de éstos.

 

Argumento: Max Cohen es un brillante matemático que ha construido en su apartamento un gran ordenador (Euclides) a partir de piezas recicladas y materiales de diversa procedencia. Lo utiliza con un único fin: ha llegado al convencimiento de que cualquier sistema complejo está determinado por un mismo patrón numérico universal. En concreto, lleva tiempo tratando de descubrir ese modelo a partir de las fluctuaciones del mercado de valores de la Bolsa. Una vez encontrado, le permitiría conocer la pauta que rige todo el universo, desde las hojas de los árboles hasta la más lejana galaxia, pasando por la propia existencia humana. Sin embargo para Max esta búsqueda no es nada sencilla, ya que además de padecer insoportables dolores de cabeza cada vez más frecuentes y duraderos, está siendo acosado, por un lado por un grupo de financieros de Wall Street que pretenden obtener esa fórmula genial que les haga apostar sobre seguro, y por otro, por los miembros de la secta judía Hasidica que a través del estudio cabalístico de la Torah (libro sagrado de los judíos) tratan de llegar a Dios. La medicación no le alivia demasiado y tampoco su antiguo profesor de matemáticas que trata de hacerle comprender lo absurdo de su trabajo. Para colmo, Euclides le suministra una coincidencia numérica, justo antes de estropearse.